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Asertividad. La importancia de expresar nuestras emociones o necesidades.

Actualizado: 15 ene 2021

En ocasiones los pensamientos anticipatorios de conflictos pueden llevar a evitar expresar lo que uno siente, hacer una crítica o pedir un cambio de conducta en otras personas.

Debido a ello, es fácil que al final se acabe evitando o “aguantando”. Pero... ¿Es esta la mejor decisión? ¿A qué conlleva esto? Si se decide hacerlo por estos miedos previos, lo primero que va a ocurrir es que este malestar, situación problemática se mantenga. Además, estas emociones pueden incrementarse, empeorando la relación con los otros.

Sin embargo, todos estos temores no dejan de ser un discurso interno que dificulta llevar a cabo estas conductas asertivas.

La asertividad, permite llevar a cabo este proceso sin que se generen conflictos que previamente se han anticipado, generando miedo e inseguridad en el individuo.

Además, si expresamos estas necesidades de manera adecuada, no solo no tiene por qué darse un conflicto, si no que mejoraría la relación con las otras personas, además de disminuir el malestar que la propia situación genera.

Para llevarlo a cabo de manera asertiva y correcta, hay que tener en cuenta los siguientes puntos generales:

- Elegir el momento adecuado, es decir, que haya un espacio y tiempo para poder emitir lo que necesitamos. Para que este momento sea adecuado, tanto el emisor como el receptor no deben estar alterados.

- No hay que introducir nuestra demanda de manera exigente, si no de manera empática. Es decir, describir nuestra demanda de manera objetiva y operativa, para después introducir como esto nos hace sentir, es decir nuestros sentimientos.

- A continuación, es conveniente introducir alguna de las siguientes pautas para no deteriorar la relación. Por un lado, introducir una parte positiva del comportamiento de la otra persona, por ejemplo: “normalmente haces esto muy bien, pero...” “me gusta que...”. Otro punto importante para no deteriorar la relación es expresar entendimiento, comprensión (empatizar) o aceptar alguna parte de responsabilidad, por ejemplo: “entiendo que cuando tú...”, “ya sé que para ti esto...” o “tal vez yo a veces también...”.

- El punto anterior es importante no solo para no deteriorar la relación, sino también como indicaba anteriormente, para incluso mejorar la relación con los receptores de estos mensajes. Sin embargo, lo anterior no tiene que servir como una vía para evitar transmitir este mensaje, debido a estos miedos o anticipaciones. Por tanto, el mensaje tiene que acabar con el objetivo final del mensaje, es decir, nuestra demanda: hacer una petición de cambio, proponiendo alguna posible solución o alternativa.

- Por último, pero no menos importante, es la conducta no verbal. Hay que tener en cuenta, a la hora de emitir estos derechos asertivos, tener una adecuada conducta no verbal: mantener el contacto visual con el o los receptores; el tono tiene que ser firme pero tranquilo, no alterado, al igual que el volumen, que debe ser firme, pero sin gritar.

Si tenemos en cuenta estos puntos anteriores y, por supuesto, cuidamos nuestro discurso interno, que nos lleva a la anticipación, al miedo, y al malestar, nuestras relaciones sociales, no solo no se deteriorarán, ni habrá conflicto, sino que, por el contrario, seríamos capaces de mejorar tales relaciones, establecer relaciones más sanas, y aumentar nuestro bienestar.


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