La respiración como estrategia para gestionar la ansiedad
- mariarecuenco.psicologa
- 1 may 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 2 jun 2020
En el post anterior hablábamos de la ansiedad como respuesta de supervivencia. Concluíamos, que lo importante no era tratar de eliminar este conjunto de respuestas, sino aprender a gestionarlo.
Dependiendo de cada caso individual, en clínica, se lleva a cabo una intervención única y específica para resolver esta problemática. Sin embargo, indicábamos que una de las principales estrategias que se ponen en marcha, es la relajación mediante la respiración.
Hoy, os traigo un breve escrito sobre por qué la respiración influye en ello y cómo.
Estas situaciones de tensión, estrés o activación afectan directamente en la forma de respirar. Esto a su vez, repercute en las sensaciones fisiológicas que explicábamos en el anterior post, por ejemplo, taquicardias, palpitaciones, tensión, mareo, etc. Si éstas se mantienen resultan muy molestas para el individuo.
La mayoría de las personas, en su día a día –y todas en esta situación de activación o alarma- respiran de manera parcial, es decir de forma torácica. De esta manera, se utiliza únicamente una parte de nuestros pulmones, lo que hace que la respiración sea más rápida y deficiente. Este tipo de respiración en la que no interviene el diafragma, resulta insuficiente e inadecuada.
La respiración que proponemos para gestionar todas estas respuestas fisiológicas es la respiración diafragmática o abdominal, es decir, llevando el aire hasta el abdomen o diafragma. Una respiración lenta y pausada, utilizando todo el espacio de nuestros pulmones
Pero, ¿por qué esta respiración produce relajación? ¿Qué procesos explican esto?
Esta respiración completa permite un intercambio más eficiente entre oxígeno y dióxido de carbono con un menor esfuerzo. Se ha demostrado que una respiración controlada, lenta y regular como ésta, es una estrategia enormemente potente, a la par que sencilla para afrontar la ansiedad, y en general reducir la activación.
Además, esta técnica es enormemente potente ya que, al respirar de manera completa y abdominal, utilizamos el diafragma, donde se encuentra el nervio vago. Éste se encarga de activar el sistema nervioso parasimpático, responsable de la relajación de nuestro cuerpo. Por tanto, al activar el nervio vago, estaríamos activando este sistema. Al activar este sistema, se desactiva el sistema nervioso simpático, responsable de la activación del organismo, ya que estos dos son incompatibles.
También al llevar a cabo una respiración pausada y mantener el aire en los pulmones, se mantienen los niveles de CO2 (dióxido de carbono) en sangre. Como veíamos, una respuesta que se da en estado de alarma, es incrementar el oxígeno en sangre para preparar al cuerpo para esta huida o ataque. De esta forma, se reduce esto y por tanto la activación.
En resumen, una respiración completa y abdominal, si se realiza adecuadamente, es una estrategia sencilla y muy potente para reducir esta activación o ansiedad. Finalmente, indicar que esta respiración, como cualquier otra estrategia requiere de entrenamiento y puede ser aprendida, pero para conseguirlo, se requiere de práctica frecuente y esfuerzo para conseguir unos eficientes resultados.
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